Conócete a ti mismo
( Primera parte )
Hace mucho tiempo, aproximadamente en el siglo IV a.C. en el templo de Apolo, en Delfos, en la antigua Grecia, se encontraba una frase que decía “Temet Nosce” que traducido del griego al español quiere decir “Conócete a ti mismo”, ¿y se lee bonito no?, pero ¿realmente lo entendemos? O lo que nos confronta ¿realmente lo vivimos?
Socialmente hablando somos seres gregarios, es decir, vivimos en manadas, los guapos con guapos, los feos con feos, los borrachos con borrachos, y así sucesivamente, vivimos en pequeñas o grandes manadas que a veces no distinguimos las reglas que casualmente ese tipo de grupos nos imponen para estar en ese lugar, que muchas veces estamos, pero otras tantas no nos interesan, pero ¡¿cómo rompemos el status quo?! ¡¿Qué dirán de mí?!
Y aunado a esto el contrato social que firmamos (mentalmente), también conocido como ser “políticamente correcto”, es una de las cadenas más grandes que muchas de las personas tienen; y lo entiendo de un adolescente, de un joven, pero jamás de un adulto, puesto que, el adulto tiene algunos rasgos importantes que debemos saber.
Pero quiero definir (poner fin) a qué le llamo yo adulto, porque luego la gente no sabe por la falta de lectura ¿qué es un adulto? Desde la legalidad es aquella persona mayor de dieciocho años, que puede emplearse y, por ende, pagar impuestos; sin embargo, según la neurología la adultez comienza de los veintisiete años y algunos otros dicen que a partir de los veintinueve.
Pero cuidado, eso es sólo el dato estadístico de la neurología, pues ésta dice que el cerebro ya maduró después de los veintisiete, pues implica cambios estructurales, funcionales y bioquímicos, sin embargo, en la consulta, me he topado con personas de sesenta años o más, con actitudes de doce, catorce y hasta de ocho años, actitudes que un adulto no debería tener, pero las tiene precisamente por su contrato social.
Hay que añadirle un poquito más de limpieza a la herida. Como ya decía, el adulto tiene algunos aspectos interesantes que son, sí o sí parte de ser adulto:
1. No da explicaciones de lo que hace… A nadie.
2. No pide permiso de lo que hace… A nadie.
3. No se justifica por lo que hace… Con nadie.
4. Se hace responsable de lo que hace… Con él mismo y con los que debe hacerse responsable.
Aquí comienza el problema, porque el primero es simple de hacer, no debo explicarle a nadie porque hago las cosas, es más, las personas que más nos aman[1], no pedirían explicaciones y si se las damos bueno, si no pues también.
El dos es parecido, el adulto no pide permiso, no es un niño, y sí, se manda sólo, por lo que no pide permiso.
El tercer aspecto también es sencillo, ¿por qué debo de justificar mis actos? El adulto hace lo que hace porque le da la gana, y no debe justificar ninguno de sus actos con nadie.
El cuarto es el complicado, esta es la que hace que las otras tres tengan un sentido, pues la gente dice “es que yo no tengo la culpa de que X o Y se hayan molestado por lo que dije o hice”; “no puedo”, cuando en realidad es “no quiero”, el primero me hace inocente e inútil, el segundo me hace responsable y prefiero abstenerme a serlo”.
Hacerse responsable de lo que hiciste o expresaste, sin tener que culpar al otro/a, la circunstancia y/o el problema se nos hace complicado, pues implica que yo soy el del problema.
¿Cuántas veces han leído o escuchado? Todos los hombres son iguales, la respuesta a eso es, mentira, todos los hombres son diferentes, el problema es que tú te metes con personas con el mismo patrón, el problema no son los hombres, es el patrón que tú tienes para buscar y encontrar a hombres que con sus actitudes, son parecidos, el problema aquí eres tú, no ellos.
O también aquella frase que dice “todas las mujeres son prostitutas (putas, es lo que dicen en consulta)”, la realidad también aquí se estampa en tu cara, ¡no!, las mujeres que tú escoges son así, eres tú el del problema, no ellas.
Entonces ¿cómo hago para conocerme? Primeramente, debes hacer un autoanálisis de quién eres, hasta dónde estás, aquí y ahora, y eso no es sencillo tampoco, porque ¿quién soy? Marco Antonio Meza Flores, ese es mi nombre; soy esposo, ese es mi estado civil; padre, ese es mi rol con mis hijos; teólogo, esa es mi vocación; Psicoterapeuta, esa es mi profesión; lector, ese es mi hobbie; soy escritor, ese también es un hobbie; etcétera, la realidad es que soy todos esos y me comporto de una manera en el lugar correcto y en el momento correcto.
Porque, no puedo ser amante sexual con mis hijos, o psicoterapeuta con mi pareja, o escritor con mis pacientes, ¡no! Soy como debo ser en el lugar donde debo ser.
Pero entonces ¿Cómo hago? Otra vez la misma pregunta, es simple, toma un cuaderno, y comienza a anotar todo lo que crees que eres, luego puedes pedirle a alguien cercano como tú pareja cómo es que esa persona te ve, después puedes preguntarle a tus padres o tus hermanos, a algún amigo, ¿cómo te ven? Deben ser sinceros y tú debes aprender a escuchar, sin justificar lo que ellos te dicen, sólo escucha, no oigas, escuchar es algo activo, oír es algo pasivo, escuchamos para comprender, oímos para contestar.
Debes entender una cosa que dijo alguna vez Albert Einstein: “Tu conciencia es mejor que tu reputación. Tu conciencia es lo que tú piensas de ti; tu reputación es lo que los demás piensan de ti. Y lo que los demás piensen de ti es problema de ellos, no tuyo”.
Lo que saques de tu estudio sobre ti, apúntalo y dale sentido a lo que sirve, las críticas sirven para analizarlas y darme cuenta si es verdad o es mentira, pero es mejor hacerlas con análisis crítico, porque a veces no son críticas, son criticonerías, las críticas duelen, pero hacen que crezcas (en todos sus rubros), las criticonerías son para que dejes de hacer lo que estás haciendo bien, porque se dicen más por envidia que por hacerte crecer.
Así que, comienza a conocerte a ti mismo, será genial.
Marco Antonio Meza Flores
Teólogo y Psicoterapeuta